Para algunos puede resultar contradictorio pedir al planeta entero que apague sus luces, cuando soy yo la primera que trabajo en la industria de la iluminación. Pero es así, necesario e ineludible. Como también lo es que profesionales de este sector conciencien a la sociedad de que es posible realizar un consumo responsable y sostenible, donde hay cabida no sólo a las famosas bombillas ECO, sino que también a la tecnología LED, a un buen estudio de usos, a los sensores lumínicos, y un sin fin de nuevas tecnologías que nos ayudan a regular el uso y el consumo de la luz.
Pues bien, volviendo al tema, anoche hubo una hora menos en nuestros relojes y también una hora sin luces. O con menos luces, al menos. Miles de ciudades de 120 países se sumaron ayer a la Hora del Planeta, un apagón voluntario de una hora para concienciar sobre el cambio climático y exigir a los políticos más acción al respecto. La organización ecologista WWF, promotora de la iniciativa, quería lograr que apagasen la luz 1.000 millones de personas en todo el planeta. Yo las apagué.
La Ciudad Prohibida de China, la Torre Eiffel de París, el Big Ben de Londres o la Fontana de Trevi de Roma se sumaron a la iniciativa de apagar las luces una hora a partir de las 20.30 hora local de cada país. En España, la fuente de Cibeles de Madrid, la torre Agbar de Barcelona, la Giralda de Sevilla, el Guggenheim de Bilbao y otros edificios públicos de 165 ciudades del país se sumaron a la convocatoria.
Bajo el lema «Apagar la luz para encender el planeta«, la campaña pretendió dar a los ciudadanos una forma de mostrar a los gobiernos que, a pesar del insuficiente acuerdo de Copenhague, quieren luchar contra el cambio climático, según WWF. «Hay un gran sentimiento de frustración respecto a lo que los políticos están haciendo por el cambio climático«, explicaba a Reuters el activista de WWF Andy Ridley , cofundador de la campaña.
Y sí, está claro que la mayoría de la culpa reside en esa minoría con el poder, incapaz de tomar decisiones y actuar. Pero tampoco nos quedemos ahí, no nos escudemos en este tipo de excusas, porque individualmente, con una conciencia sostenible y (como siempre) una buena educación, también podemos actuar, a nuestra manera, en una pequeña escala, pero igual de importante. Y es que yo todavía recuerdo como, hace años, mis padres me perseguían por la casa diciéndome que apagara las luces, y mira tú por dónde, esa lección hace tiempo que yo ya la aprendí.