¡Buenos días! Hoy cambiamos un poco de tercio con una casa familiar, a las afueras de Milán, con un estilo bastante distinto a lo que suelo publicar en el blog.
Su propietaria, Mónica Rusconi, se crió a pocos metros, así que en cuanto vio que esta antigua ruina se ponía a la venta no lo dudó, la compró y se puso manos a la obra para convertirla en un hogar donde reunir a su numerosa familia.
En la reforma se decidió conservar la pared principal de ladrillo visto, incorporando algunas piezas nuevas en las zonas donde el paso del tiempo había sido más crítico y se creó un juego de contrastes trabajando el resto de elementos y espacios con tres materiales fundamentales: el hormigón, el acero inoxidable y el vidrio.
Así, la zona de la cocina y del comedor está separada por puertas de cristal casi invisibles, que también se pueden abrir completamente, desapareciendo a la vista. Además, la larga mesa del comedor está formada en realidad por cuatro mesas de jardín rediseñadas gracias al hormigón.
El cambio de estilo se produce en la zona privada donde se encuentran los dormitorios y los baños. Allí se abandona el color negro, el acero y el hormigón para darle protagonismo al blanco, inundando todo de calidez, luminosidad y calma.
Imágenes © Morten Holtum. Vía: Bo Bedre / Coco Lapine Design