¡Buenos días! Hoy quiero enseñaros esta fantástica vivienda unifamiliar, de arquitectura moderna e interiores escandinavos, firmada por el estudio de Estocolmo Design Therapy.
Partiendo de la base de que la casa es un chalet impresionante de 200 m², y sin que me malinterpretéis, os confieso que a veces me ocurre que la decoración nórdica, cuando es minimalista y formal, me resulta un poco aburrida.
Hablo de esas imágenes de interiores en las que las miras y piensas «aquí no vive nadie» o «se nota demasiado la mano del estilista». En estos casos me obligo a detenerme y a estudiar los detalles por separado, con calma, y entonces casi siempre surgen un sin fin de matices interesantes. En este caso, por ejemplo, miro los muebles individualmente y creo que no hay uno sólo que no me entusiasme.
Además, hay dos elementos rompedores que me encantan y que aportan dinamismo y fuerza al espacio: las piezas de arte y las luminarias, que son fantásticas. Por ejemplo, esto se aprecia muy bien en el comedor, donde vemos una fotografía que no solo rompe, sino que también parece ampliar el espacio con ese punto de fuga que se escapa, y la lámpara suspendida Vertigo de Petite Friture, que es puro movimiento y diversión.
Esta es una casa para fijarse, en definitiva, en todos los detalles. Unos libros, un jarrón, unos cuencos de cerámica, una manta o un conjunto de sillas… Uno puede encontrar inspiración en cada rincón.
Me encantaría saber la procedencia de algunos de los muebles que se me despistan, como este escritorio negro con el precioso flexo Tolomeo, (¡Ay qué tendrás Tolomeo, que no tienes nada pero a la vez lo tienes todo!) Por cierto, ¿Habéis visto el reloj de arena? Es de HAY, el otro día lo tuve en la mano, una joyita.
En fin, mirad atentos, porque desde la pequeña bandeja, o el espejo perchero, hasta la planta perfecta o la alfombra maravillosa… Todo en esta casa es digno de aparecer en los mejores catálogos de decoración y, por qué no, de llenar algún espacio de nuestras propias casas. ¡Feliz día!
Vía: Design Therapy. Images © Adam Helbaoui – Kronfoto