
«El arte no puede ser moderno; el arte es eterno.» Egon Schiele, 1912.

El pasado 6 de enero, día de Reyes, terminó en el Museo Guggenheim de Bilbao, la exposición Egon Schiele, una muestra de obras sobre papel procedentes de la Albertina de Viena. Son una colección de ibujos, donde la línea muestra la calidad del artista, donde el color se emplea sin ninguna censura, donde los temas son valientes y provocativos…

El caso es que un día antes de que finalizara fui a verla, porque no quería dejar pasar esta oportunidad de ver de cerca la calidad de la pintura de este artista. Salí maravillada y desde entonces tengo pendiente esta entrada donde quería hablaros un poco de él.

Para quien no le conozca, os contaré que Egon Schiele fue un artista austriaco, que tan sólo vivió 28 años, pero que aún así dejó un importantísimo legado de obra, de un altísimo valor pictórico. De hecho, tras la inesperada muerte de Gustav Klimt a principios de 1918, Egon Schiele pasó a ser considerado como su legítimo heredero en la escena artística de Viena.

Schiele nació en 1890. Su buena mano para la pintura destacó desde su infancia, por el contrario, su rendimiento escolar era malo, así que pronto abandonó los estudios y con tan sólo 16 años, superó el examen de ingreso en la Academia de Bellas Artes de Viena.

En 1909, participó en la Internationale Kunstschau (Muestra Internacional de Arte), donde se rindió homenaje a Gustav Klimt y en la que Oskar Kokoschka hizo su debut. Estos datos son importantes porque en la obra de Schiele se percibe una influencia de Klimt y del Jugendstil vienés.

Ese mismo año decidió abandonar la Academia y en 1910 se produjo un cambio de rumbo artístico hacia el Expresionismo: con su nuevo cromatismo expresionista, Schiele se rebela tanto contra el naturalismo como contra el dominante Jugendstil vienés; surgiendo en su obra nuevos temas, como el desnudo erótico y el autorretrato.

Su carrera artística se interrumpió en 1912, cuando se dicta su prisión preventiva: se le inculpa de pederastia y secuestro de menores. Las acusaciones acaban por mostrarse infundadas, pero Schiele ha de permanecer 24 días en prisión: el artista plasma esta experiencia traumática en la famosa serie de la cárcel.

Algunos días antes de finalizar la guerra, el 28 de octubre de 1918, la esposa de Schiele, Edith, que estaba embarazada, murió por una devastadora epidemia de «gripe española». Tres días después, falleció Egon Schiele de la misma enfermedad, a los 28 años de edad.

Vía: Guggenheim Bilbao.